jueves, 23 de junio de 2022

schiele



Las pornografías angustiantes de Schiele parecen cuerpos arrojados por un hombre extraño. Yo las llamo pornografías porque no se ocupan de sugerir el sexo y su entorno de sentimientos, sino que más bien lo exponen, desplegándose, en una sucesión de preguntas sobre el amor y sobre la identidad. Así que el sexo no es el fin, sino el origen. También se confrontan con el mundo ideal de Miguel Ángel, al cual recuerdan, en lo virtuoso del dibujo, brazos, piernas, músculos castaños en un abrazo a la mujer del largo cabello negro. Lo mismo que Kim Ki-duk, atrapan al ser humano desde lo sucio o cuando éste se ensucia y se desata tiznado.

El juguete favorito de Schiele era la figura de un demonio del teatro de sombras de Java, que le había regalado su amigo Arthur Roessler. Para éste los cuerpos desarrollaban un monólogo oscuro, expresando revelaciones. Para mí son diarios de una vida, salvaje y dura con Wally, exploraciones e indicaciones de que allá, en lo que se toca, hay algo importante, más una relación inquietante con el tercer observador: aparece el artista desnudo con el miembro erecto; arroja niñas y mujeres convulsionadas o haciendo signos; se opone a lo social y a lo legal como un iluminado y como un hombre poderoso por su genio. A Schiele le gustaba Van Gogh, que como él era sucio y finísimo, y puede que pasara buena parte de su obra flirteando con las locas de Charcot, que eran prostitutas, mendigas, brujas, encerradas y adoloridas por hombres. Si en los autorretratos desvirtúa y agita profundamente la imagen del espejo, en las pornografías hacer el amor está sacudido, asfixiado, desviado, como las locas.

En los poemas y diarios escritos hay paisajes y congoja intensa. El mundo es un lugar lúgubre, fangoso, en el que el otoño se recuerda en el invierno muy frío, el espacio natural mismo contra una pared leprosa al enfermar o ser encarcelado. Schiele está detrás muchas veces aplacado, triste, irónico, más que violento. El amor es una fuerza y algo difícil en este mundo, que desemboca en los niños y las prostitutas. Sin embargo, el artista todo, empapado de Dios, lo ama, e inspirado empapa con su corriente y ama otra vez. En el retrato de una chica pálida y silenciosa desvela que es con sus pinturas y esbozos que retiene en lo eterno a las mujeres a las que posee, exhaustas y pobres, con medias de colores distintos, por lo que se refiere al cuerpo.

El origen de la vida en el ser humano es el sexo, sin duda no un dios que, uno por uno, lo vaya tirando de su palabra.